26 de mayo de 2013


        El  reloj coloreaba las dos de la madrugada. Una noche fría y sin escrúpulos rodeaba cualquier pizca de esperanza que en ese momento pudiera atreverse a gritar.
No era un día cualquiera, era aquel día en que todo cambiaría, o al menos esa era la idea que no dejaba de nadar a la deriva por una mente cansada de rendirse.
El mundo tal y como lo conocía había abandonado el color, observándose a sí misma como una silueta teñida de blanco y negro, hasta su propia sonrisa perdía color.

        No podía imaginarse aquello, una distancia le había arrebatado todo cuanto ansiaba tener. Y sentada en las escaleras que, por sí solas hablaban de soledad, comenzaba a mendigar migajas de felicidad, sabiendo que nadie más podría regalarle ningún ápice sentimental de su realidad.

La piel no rozaba la misma piel que meses antes conseguían hacerle estremecer, y su vida había quedado reducida al recuerdo de una idea que tal vez ella misma hubiera creado. Extrañaba el tacto de sus manos cada vez que apartaba el pelo de su cara, la cera de aquella vela posada sobre la mesilla de noche que, derritiéndose en sí misma, escuchaba gemidos de felicidad cada día.
Añoraba esas tardes en las que hubiera jurado que el tiempo quedaba paralizado como ayudándolos a seguir viviendo, como si la vida desde ahí arriba, envidiosa por lo ocurrido y rendida por ella misma, decidiera apoyarles para así convertirse en lo que jamás llegaron a ser, uno.
No podría concebir que algo pudiese cambiar, pero no le quedó más remedio que huir de aquel lugar, y esta era la noche que le recordaría todo lo ocurrido.

        Decidió marcharse lejos, y tragarse la carretera hasta llegar a saciarse. Hoy tocaba cenar en aquel bar de carretera, un bar que podía reflejar en su triste fachada oscura el rostro que habían formado sus propias palabras.

       Esta vez no había llevado consigo ese libro viejo sino un cuaderno vacío y un bolígrafo. Parecía decidida a escribir pues sentía la necesidad de contar su propia historia, y que las mismas palabras escritas en ese papel reciclado volaran hasta encontrar el mejor destinatario, pues siempre había creído que las letras colocadas de una manera estratégica podían adoptar forma física, tal vez de un tamaño minúsculo, quizás esas palabras se convertirían en lo que un tiempo después sería ella misma. Esta era la razón por la que aquella noche todo cambiaría, en ese instante su vida empezaría a cobrar mas colores además del gris oscuro. Comenzaba una etapa en la que, viviendo por ella y para ella, olvidó que existían mas personas en este lugar que llaman mundo.

      Se convirtió en una vagabunda de las palabras, ella misma se esclavizaba leyendo hasta enloquecer, pues conocía tantas historias que no era capaz de distinguir entre realidad y fantasía, quizás creía que solo existía una única realidad en la que se incluían todas las historias contadas, escritas y además su propia realidad, que no era más que un conjunto de ideas que escribía cada noche en ese cuaderno viejo, era como si la magia se apoderase de su mente convirtiéndose en todo aquello que escribía sobre la mesa de aquel bar de carretera.
Si todos nacemos con una misión, la suya claramente era vivir esclava de las letras, sus propias letras, historias dotadas de una increíble personalidad que algún día tendrían que volar solas buscando algún lector, pues no podían existir para estar plasmadas en un papel, merecían ser leídas por alguien, aunque nunca encontrarían a nadie que las pudiese amar tanto que su creadora. Porque quién sino las había regalado ese toque mágico que las dotaba de vida. Palabras que pensaban por sí solas. Y estaba dispuesta a no existir para nadie más que para ellas, para crear historias y así crear mas vida. Nunca escribía historias tristes, solo creaba finales felices que no eran más que el principio de historias mágicas. También vivía con la esperanza de poder protagonizar alguna de ellas, algún día.
Pero “algún día” suena demasiado lejano, y así fue.

        Estaba segura de que había nacido para ello, y pensaba que el sentido de su vida estaba en escribir aunque no hubiese nadie a quien contar todas esas historias, pero en algún momento tendría que volver a sentarse en esa mesa de aquel bar y pensar que todo iba a cambiar. Y entonces comenzaron esas voces cautivadoras que pintaban sus páginas de vivos y alegres colores, pues el mundo estaba cambiando, y a pesar de que ella se encerraba en sí misma hasta el punto de llegar a deshacerse no podía mantenerse entera ante este acontecimiento que ella misma sabía que ocurriría, aunque no tan pronto. 

6 comentarios:

  1. me encanta tu blog cielo!

    yo también te sigo!

    besukines

    http://pequedivine.blogspot.com

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  2. Al leer tu blog podría suponer que en esta entrada hablas de ti, ¿tengo razón? tal vez me equivoque pero tienes toda la pinta de ser una chica independiente que se dedica a escribir, o a lo mejor estoy juzgando a lo tonto...

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    1. Puede que no estés juzgando tan a lo tonto, tal vez tengas razón en parte.

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  3. En serio, chica, tienes un Don.
    Por cierto, ¿me puedes dar tu opinión sobre mi blog? http://cartasagarfio.blogspot.com.es/

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  4. Gracias Elene!ahora me paso y te leo un ratito, yo encantada ;)

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