Ya no queda nada de lo que había antes. Todo se ha dado la vuelta. Caminando por la calle se pueden apreciar las pisadas en el cielo, y los pájaros volando por el suelo. Algún día tenía que ocurrir.
Todo el tiempo se paraliza y se convierte en nada. Ya no vivimos de acuerdo a un reloj, vivimos para sobrevivir. Salimos con lo puesto, sin ilusión.
Las calles, los árboles, los coches, los semáforos, el césped, las personas... todo se vuelve de color blanco y negro.
Estaba segura de que ocurriría.
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