El reloj coloreaba las dos de la madrugada. Una noche fría y sin
escrúpulos rodeaba cualquier pizca de esperanza que en ese momento
pudiera atreverse a gritar.
No
era un día cualquiera, era aquel día en que todo cambiaría, o al
menos esa era la idea que no dejaba de nadar a la deriva por una
mente cansada de rendirse.
El
mundo tal y como lo conocía había abandonado el color, observándose
a sí misma como una silueta teñida de blanco y negro, hasta su
propia sonrisa perdía color.
No
podía imaginarse aquello, una distancia le había arrebatado todo
cuanto ansiaba tener. Y sentada en las escaleras que, por sí solas
hablaban de soledad, comenzaba a mendigar migajas de felicidad,
sabiendo que nadie más podría regalarle ningún ápice sentimental
de su realidad.
La
piel no rozaba la misma piel que meses antes conseguían hacerle
estremecer, y su vida había quedado reducida al recuerdo de una idea
que tal vez ella misma hubiera creado. Extrañaba el tacto de sus
manos cada vez que apartaba el pelo de su cara, la cera de aquella
vela posada sobre la mesilla de noche que, derritiéndose en sí
misma, escuchaba gemidos de felicidad cada día.
Añoraba
esas tardes en las que hubiera jurado que el tiempo quedaba
paralizado como ayudándolos a seguir viviendo, como si la vida desde
ahí arriba, envidiosa por lo ocurrido y rendida por ella misma,
decidiera apoyarles para así convertirse en lo que jamás llegaron a
ser, uno.
No
podría concebir que algo pudiese cambiar, pero no le quedó más
remedio que huir de aquel lugar, y esta era la noche que le
recordaría todo lo ocurrido.
Decidió
marcharse lejos, y tragarse la carretera hasta llegar a saciarse. Hoy
tocaba cenar en aquel bar de carretera, un bar que podía reflejar en
su triste fachada oscura el rostro que habían formado sus propias
palabras.
Esta
vez no había llevado consigo ese libro viejo sino un cuaderno vacío
y un bolígrafo. Parecía decidida a escribir pues sentía la
necesidad de contar su propia historia, y que las mismas palabras
escritas en ese papel reciclado volaran hasta encontrar el mejor
destinatario, pues siempre había creído que las letras colocadas de
una manera estratégica podían adoptar forma física, tal vez de un
tamaño minúsculo,
quizás esas palabras se convertirían en lo que un tiempo después
sería ella misma. Esta era la razón por la que aquella noche todo
cambiaría, en ese instante su vida empezaría a cobrar mas colores
además del gris oscuro. Comenzaba una etapa en la que, viviendo por
ella y para ella, olvidó que existían mas personas en este lugar
que llaman mundo.
Se
convirtió en una vagabunda de las palabras, ella misma se
esclavizaba leyendo hasta enloquecer, pues conocía tantas historias
que no era capaz de distinguir entre realidad y fantasía, quizás
creía que solo existía una única realidad en la que se incluían
todas las historias contadas, escritas y además su propia realidad,
que no era más que un conjunto de ideas que escribía cada noche en
ese cuaderno viejo, era como si la magia se apoderase de su mente
convirtiéndose en todo aquello que escribía sobre la mesa de aquel
bar de carretera.
Si
todos nacemos con una misión, la suya claramente era vivir esclava
de las letras, sus propias letras, historias dotadas de una increíble
personalidad que algún día tendrían que volar solas buscando algún
lector, pues no podían existir para estar plasmadas en un papel,
merecían ser leídas por alguien, aunque nunca encontrarían a nadie
que las pudiese amar tanto que su creadora. Porque quién sino las
había regalado ese toque mágico que las dotaba de vida. Palabras
que pensaban por sí solas. Y estaba dispuesta a no existir para
nadie más que para ellas, para crear historias y así crear mas
vida. Nunca escribía historias tristes, solo creaba finales felices
que no eran más que el principio de historias mágicas. También
vivía con la esperanza de poder protagonizar alguna de ellas, algún
día.
Pero
“algún día” suena demasiado lejano, y así fue.
Estaba
segura de que había nacido para ello, y pensaba que el sentido de su
vida estaba en escribir aunque no hubiese nadie a quien contar todas
esas historias, pero en algún momento tendría que volver a sentarse
en esa mesa de aquel bar y pensar que todo iba a cambiar. Y entonces
comenzaron esas voces cautivadoras que pintaban sus páginas de vivos
y alegres colores, pues el mundo estaba cambiando, y a pesar de que
ella se encerraba en sí misma hasta el punto de llegar a deshacerse
no podía mantenerse entera ante este acontecimiento que ella misma sabía
que ocurriría, aunque no tan pronto.
me encanta tu blog cielo!
ResponderEliminaryo también te sigo!
besukines
http://pequedivine.blogspot.com
Gracias por comentar! un besito y encantada!
ResponderEliminarAl leer tu blog podría suponer que en esta entrada hablas de ti, ¿tengo razón? tal vez me equivoque pero tienes toda la pinta de ser una chica independiente que se dedica a escribir, o a lo mejor estoy juzgando a lo tonto...
ResponderEliminarPuede que no estés juzgando tan a lo tonto, tal vez tengas razón en parte.
EliminarEn serio, chica, tienes un Don.
ResponderEliminarPor cierto, ¿me puedes dar tu opinión sobre mi blog? http://cartasagarfio.blogspot.com.es/
Gracias Elene!ahora me paso y te leo un ratito, yo encantada ;)
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